viernes, 30 de abril de 2010

Los extremos.





Insospechados extremos que nunca os imaginé
en un mismo cuerpo.
Dime cómo tu mano lenta, tanto antes
muy inquieta, tal ala agitada como cien mil
alas tantas, después
como abanicando la frescura del gozo,
más lenta aún,
delicada como si quisiera palpar la esmeralda y
huella no tentara, entonces ya me acariciaba,
el cuello me abrazaba.
Dime cómo tu mano, estilizaba mis pasiones
y locuras más desenfrenadas.
Tu boca, dime cómo lenta, tanto antes
muy avariciosa, como si probar todos los sabores
en un instante fuera gloria, después
por un conjuro como hechizada,
más lenta aún,
se acercaba risueña y en mis labios se posaba.
Tu boca, dime cómo forjaba los elevados destellos
de la que a mis labios enloquecedora fragancia inquietaba.
Dime cómo tu boca, tallaba sensaciones todas
perfiladas con una ternura extremada, tu boca
cómo de terciopelo dulce mis labios bordaba.
Tus ojos, dime cómo desafiantes, tanto antes
sin llanto, como si fueran inventados, después
como el exquisito mármol, cristalizaban
mis gestos, placeres, mis sentidos;
Cómo de seda van puliendo mis deseos,
cómo van enmudeciendo a mis palabras.
Dime cómo al principio, en un mismo tiempo
lo incitas al fin.
Dime cómo tu aflicción, a un mismo tiempo
en deleite se corona.
Dime cómo tu crispación, a un mismo tiempo
en sensualidad se torna.
Dime cómo tu rabieta, a un mismo tiempo
se orienta en cautela.
Tus ojos dime cómo difuminaban la sombra
de nuestros secretos tan intensos.
Tus ojos, dime cómo con suavidad y finura
manteniendo la mirada, iban deslumbrando mi figura.
Dime cómo entrelazas, en tu cuerpo,
a tan dispares extremos.

2 comentarios: