viernes, 30 de abril de 2010

Inocencia.




Vagabas entre la maleza, desorientada,
esclareciendo los abismos,
insinuando con falso atrevimiento conocer
el mordaz atajo por el que su insólito descaro
me guiaba.
!Ay maldita!
que me hacías creer todo lo que me decía,
tú que sin malicia,
tormentos y huracanes,
ráfagas de engaños has soportado;
Tan vulnerable como la hoja que cae
y se turba perdida suplicando.
Tanto que te has dejado seducir
por el verdugo entusiasmado,
deslizándote por el laberinto del estímulo;
Inocencia mía,
tú, mi calvario,
ya te has mudado.

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