Esa ansia me devora, de jugar y reir
con tus pensamientos,
de cazar al vuelo tus ideas y escudriñar
el iris que sus plumas gastan,
de gritarle a tu egoísmo,
de saltar con tu valentía y agitarnos
del cielo en su tul,
tal pompas que alcanzan el cenit y buscan
regazo luego;
Me devora esa ansia de intimidar a tu orgullo,
de rogarle a tu conciencia,
a tu dignidad susurrar.
Me corroe y me desgasta la mezquina quimera
que huraña está mutando,
la hibernación perpetua de tu madurez.
Esa ansia me devora, de embriagar a tu fútil
paraíso y de perturbar a sus prodigiosas
murallas, peregrino.
Yo, si no es contigo...
sorda, muda, ciega
¡ ya no siento!
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